jueves, 14 de noviembre de 2013

Las primeras 24 horas FDU (fuera del útero)


¿Dónde nos habíamos quedado? ¡Ah! Sí, en el mágico momento en que por fin podía sostener entre mis brazos a mi pequeña princesa…
Eran cerca de las dos de la mañana. Yo estaba agotada. Agotada y feliz. Estaba rodeada de mi familia: mis padres, mis hermanos, mi cuñada Pati –que es como una hermana más-, 7ven y mi hija. ¡Mi hija! Es de esos momentos que quieres guardar para siempre en la caja de los recuerdos, las personas a las que más quiero a mi alrededor, compartiendo ese instante mágico.
A pesar de la magia del momento, debíamos ser realistas. Aquella iba a ser la tercera noche en el hospital. Yo estaba al borde de la catatonia y sondada, no podía moverme de la cama, y 7ven no había cogido un recién nacido en su vida,… Se veía incapaz de manejar la situación. Así que le pedimos a mi madre que se quedara una noche más, a lo que accedió encantada.
El momento de paz se rompió cuando una horda de auxiliares entró en tropel invitando a mi familia a esperar fuera mientras ellas me “enseñaban” a darle el pecho a la pequeñita. Cuatro muchachas dando instrucciones contradictorias: que si mejor en esta postura; no, mejor en esta otra; cámbiala de pecho; desnúdala para que no se duerma,… Mi niña protestaba ante tanto zarandeo, así que, con buenas maneras, las eché. Ya me apañaría yo, con paciencia, con tranquilidad y con mucho cariño.
Lo conseguí. De este tema ya hablaremos más adelante. ¡Amenazo con monográfico en varias entregas sobre la lactancia materna!
Con mi niña ya alimentada, limpita, dormida… montamos el campamento base y nos dispusimos a tomarnos nuestro merecido descanso... ¡Que no duró nada!
A las seis y media de la mañana la misma horda de auxiliares apareció para “levantarme”. Primero que quitaron la sonda. Vale, perfectamente tolerable. Luego me apretaron la barriga para ver cómo iba la vuelta del útero al tamaño normal. Bueno, eso no tan tolerable. Luego llegó el momento de pasar de la cama al sillón… ¡En mi vida había sentido un dolor tan horrible! Fue tan doloroso que pensé que iba a perder el conocimiento. ¡Fue tan doloroso que 7ven se mareó!
Me dijeron: “a partir de ahora puedes empezar a tomar líquidos, y cuando tengas ganas de hacer pis, te levantas y vas”. ¡Qué fácil así dicho! La primera vez que fui no fui. Me arrastré como si fuese una viejecita de 130 años, encorvada y andando a pasitos cortos y sujetándome la barriga, con mucho dolor y mucho miedo… La segunda vez ya iba un poco menos encorvada, y la tercera,… al final de la tarde había mejorado tanto que no me lo creía… aunque aún me quedaba un largo y duro camino por andar, que esto de la cesárea no es moco de pavo.
Las visitas y las llamadas telefónicas se fueron sucediendo a lo largo del día, pero la anécdota llegó cuando nos quedamos a solas la nueva pequeña gran familia. Yo estaba en la cama, reventada, Lily en la cunita, dormida y 7ven, en el sofá-cama, en estado comatoso, cuando apareció la pediatra. No quería despertar a 7ven, pero no me quedó más remedio, pues la niña se había hecho caca y la pediatra era demasiado importante para cambiar un pañal. Yo seguía muy limitada por el dolor, así que tuvo que encargarse 7ven del tema en cuestión, por primera vez en su vida, y completamente grogui. Desvistió a la niña, le quitó el pañal, empezó a limpiar el plastón pegao,… y, de repente, la niña empezó a hacer caca de nuevo, ¡sobre las sábanas de la cunita! 7ven no sabía qué hacer y la pediatra, impertérrita, miraba sin mover un solo dedo… Hasta que, entre risas y dolores provocados por la risa, le dije:. “Oiga, ¿no le puede echar una mano? ¿No ve que no se apaña y que yo no puedo ayudar?” No creo que le hiciera mucha gracia, pero por lo menos le echó una mano. 
Cuando la pediatra se fue, 7ven estaba todavía más cansado que antes, así que busqué la manera de apañarme para ocuparme de mi bebé y que él pudiera descansar… Y más o menos lo conseguí. Eso sí, a base de soportar mucho dolor. Porque, aunque está muy de moda esto de la cesárea, no deja de ser una raja en la barriga. A mí no me quedó más remedio, pero aún hoy en día me sube la rabia cuando pienso todo lo que me perdí por la puñetera cesárea: los primeros minutos de vida de mi bebé, cuidar de ella su primera noche,…

4 comentarios:

  1. Los primeros días siempre son duros y difíciles, y más, si tienes que estar en reposo por la cesárea. Tu tranquila que después va todo de corrillo... o no, tu recupérate y disfruta de estos días tan intensos y bonitos. Un abrazo

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    1. Esos días ya están superados, hoy mi bebé cumple diez meses!!! Abrazo, :)

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  2. Caramba, qué odisea!!! y eso de ser primerizos supongo que le pone un poquito más de intriga a la historia.

    Seguro que cuando la niña lea estas líneas se partirá de la risa a la par que de la emoción.

    Besos

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    1. Me has pillado, unos de los objetivos principales de estas entradas es hacer una especie de diario para que mi niña lo lea algún día. Otro es no olvidarme yo. Es una experiencia muy intensa esto de la maternidad, pasan muchas cosas en muy poco tiempo... Besos

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