jueves, 10 de enero de 2013

El último mes


Hola amigos, ¿qué tal esas fiestas? Yo he debido comer demasiado, porque tengo un barrigón…. J Vaaaale, en serio, han sido unas fiestas distintas, tranquilas, emotivas, con sus momentos para todo, hasta para echar unas buenas lágrimas.

En cuanto al embarazo, entrando en su fase finalísima, a menos de tres semanas de salir de cuentas, ¡qué nervios y qué ganas! Y qué hartura.

Porque, si el embarazo en general no es ese mundo idílico que te venden las revistas, no os podéis imaginar lo pesado que es el último mes.

Hoy me he cortado las uñas de los pies. Ha sido todo un ejercicio acrobático del que estoy orgullosísima y se lo he contado a todo el que me ha querido escuchar. Es increíble lo limitante que puede llegar a ser llevar en tu barriga una media de cinco kilos en modo compacto. Por no hablar de todo lo demás…

Mis manos han doblado su tamaño, tengo la cara deformada (por primera vez en mi vida tengo los labios carnosos, lo que estaría genial si no se me despellejasen de la tensión), mis tobillos tienden a desaparecer, parezco un tentetieso cada vez que ando (y mis amigos, que son majísimos todos ellos, me imitan y se ríen de mí), tomo pastillas para el ardor como si fueran caramelitos, si estorurnudo, toso o me río demasiado me meo encima, y si no también, mi espalda es una contractura toda ella,… Y podría seguir, porque es un no parar.

En cuanto a mi hija, ha dejado de ser mi princesita, mi amor, mi cielo, mi vida,… para convertirse en “el octavo pasajero”. Eso no son patadas, parece que quiere salir de mí atravesando útero y barriga. Lleva dos días sin parar de removerse, no debe de ser muy  confortable estar tan comprimida, pero ¿qué culpa tengo yo? Ahora le ha dado por jugar a la pelota con mi vejiga. Casi prefería cuando se dedicaba a jugar a la comba con mis intestinos.

Ya se me ha olvidado lo que es dormir más de dos horas seguidas. Si no son los dolores es que tengo que hacer urgentemente tres gotas de pis, o que la pequeña quiere juerga (jugamos a “tú me das una patada y yo te aprieto el pie”, ¡le encanta!) Por ahí dicen que esta fase es una especie de preparación para lo que se te viene encima después, pero yo casi preferiría llegar a esa fase sin tanta preparación.

Es una de las cosas, junto con la cerveza, que más echo de menos, ¡dormir una noche entera del tirón! Y, por desgracia, voy a tener que esperar bastante para disfrutar de ambas.

Peeeero… ¡Estoy feliz! Cada día me acerca al momento de sostenerla entre mis brazos, algo que pensé que nunca llegaría. Si me da un patadón protesto, pero en el fondo estoy encantada de sentir que es absolutamente real.

Claro que pienso en el parto con algo de miedo, pero mis nervios tienen más que ver con las ganas de ver su carita, de besar su nariz respingona, de morder sus deditos de los pies,… ¡Qué ganas!